Desperté otra vez, de nuevo y una vez mas. Abrí los ojos y no los pude cerrar,
trate de mover mi mano derecha pero no respondió, trate de doblar mis rodillas
pero tampoco respondieron. Quise ponerme de pie pero me fue físicamente
imposible. Mis ojos lo veían todo oscuro, mis ojos no veían casi nada, seguro
todavía estaba de noche.
Estaba seguro que era luna llena aunque nunca me fijé en los
patrones lunares. Seguí acostado y desee con todas mis fuerzas un vaso de agua.
No pude conseguirlo porque no me podía mover, estaba en mitad de un desierto,
despierto y sufriendo pero sin poder correr hacia mis espejismos.
El agua no llego jamás y mi sed incremento con cada respiración de aire caliente que di.
Desee moverme con una intensidad que nunca antes había sentido y justo en el
momento en que creí concentrar todas fuerzas en mi mano derecha mis ojos
empezaron a ver. Todo en la habitación se ilumino y te vi. Estabas reflejada en
el espejo que colgaba del techo, significaba que tenias que estar a mi lado. Sin
embargo no puedo moverme ni pude voltearme hacia ti, solo podía verte
existiendo en el espejo que colgaba en el techo de la habitación. De un momento
a otro empecé a sentir una desesperación absurda por estar contigo, por
liberarme de las cadenas invisibles que me ataban a mi cama para poder
voltearme y darte un beso. No pude, quise rasgar mi piel.
Lo que veían mis ojos no cambiaba mucho; el techo de la
habitación, tu reflejo en el espejo, las cortinas puestas sobre una pared sin
ventana y la luna, no la veía pero ahí estaba. Nada cambio mucho, pero me
inquieto más aún saber que yo no me estaba reflejando en el espejo en el que
estabas tu. Me sabia como un ser conciente, no era posible que yo no estuviese
en la escena que estaba padeciendo, al fin y al cabo los ojos que veían eran
los míos. Yo no podía ser tu, porque conozco muy tu aspecto físico. Sé también
lo obvio, tu eres mujer, yo hombre.
Cerré mis ojos, todo se oscureció de una respiración a otra.
Temí por un segundo no volver a ver. Pero en lo que mis pensamientos mandaron esa sensación a mi
estomago mi vista volvió a funcionar. Veía todo como nublado, como si mi vida
fuera dentro de un cuadro hecho con acuarelas. Ahora me podía mover, podía
caminar libremente pero no podía verte, definitivamente no estabas conmigo y yo
no estaba en el cuarto con el
espejo en el techo. Caminé no por mucho tiempo buscando un charco para ver mi
reflejo, pero no encontré ninguno en el que mi cara se reflejase. Temí ahora por
no existir, por haber muerto, o por nunca haber sido. Era probable que yo fuera
simplemente un idea por ahí, un
personaje de cuento, una imaginación infantil. Quien sabe porque mi cara flaca y blanca no se reflejaba ni
en los espejos ni en los charcos de agua. Yo conocía muy bien mi aspecto, me
sabia como un hombre flaco y alto. Mi color de piel nunca pudo teñirse de sol
por lo tanto era tan blanco como un albino con el pelo negro. Mi nombre, no pude recordar.
Pasó un carro enfrente mío, fije mi vista en el hasta que mis ojos no lo pudieron
alcanzar más. Al otro lado de la calle estabas tu otra vez, desee tenerte en
mis brazos bajo el cielo infinito pero me había quedado congelado otra vez.
Trate gritando tu nombre poder
moverme de nuevo pero solo me salio un murmullo suave y e inaudible con
las dos primeras letras de tu nombre. Seguí congelado y tu pasaste caminando con tu simpleza acostumbrada. Desee
seguirte, me fue imposible.
Cerré mis ojos
una vez mas, mi vista de acuarela se torno oscura. Cuando los volví a
abrir estaba en mi cuarto, junto a mi. Me podía ver pero sin embargo podía
sentir mis respiraciones fuera de mi pero dentro de mi pecho. Estaba acostado,
ya no estabas junto a mi. El espejo aún colgaba del techo y me pude ver
finalmente mientras dormía.
Abrí mis ojos y ya no estaba oscuro, había amanecido. El
fulgor de los sueños soñados habían acabado por confundir mi identidad de
existencia y por lo tanto me cobijo un pánico infinito de no poder moverme esta
tercera vez. Intente doblar mis rodillas, no doblaron. Mire hacia arriba y no
estabas reflejada en ninguna parte, solo había una blanca pared. Sentí la sed de nuevo, no pude ver mas.
Mis respiraciones ya no eran calidas ahora eran como de mañana de domingo en
mitad de la calle. Moví mis dedos, ¿pero como? si no tenia un cuerpo, hacia
tiempo no me veía. Quise
despertar, pero no sabia si aun estaba vivo. Mis ojos volvieron a ver, esas
cortinas rojas en la pared sin ventana ahora estaban abiertas y la pared que cubrían
había desaparecido. Intente levantar mi cabeza para ver el paisaje que sentía debía
haber al otro lado de la ausencia de pared pero no pude.
Inexplicablemente estaba seguro de todo lo que me rodeaba
pero de una manera muy extraña. Sabia todo lo que existía pero no sabia donde
estaba. No sé si soy. Me pregunto si será posible rodear la nada. Soñé que
soñaba, soñando que estoy vivo.
La entrada que más me ha gustado hasta ahora
ResponderEliminar