domingo, 27 de noviembre de 2011

La ultima pastilla


Abrí el frasco y tome una pastilla. Solo una como había recetado el doctor meses atrás. Mire a mi ventana y lo vi de nuevo todo igual; Las nubes andaban con su calma velocidad y las personas aparentaban ser felices como siempre por la calle. Di un respiro y pensé en ti, sabia que llegarías dentro de poco.
El doctor dijo que no debía preocuparme si sentía que vivía en un tiempo circular, que era normal y que dentro de poco me mejoraría y me sentiría mejor. Si veía todo igual y percibía el mundo de la misma manera siempre solo debía tomar una de esas pastillas que me harían ver como el mundo se movía.Una sola pastilla me haría ver los maquiavélicos procesos de la sociedad cotidiana.

A veces dudaba si me mantenían drogado para evitar que me diera cuenta de la realidad, como si estuviera viviendo en una especie de Matrix. El doctor siempre repetía que no debía preocuparme, que si tomaba la pastilla el mundo se revelaría ante mis ojos. Entre esos pensamientos encendí un cigarrillo y lo fume despacio. Me concentre en su sabor mientras miraba el mundo fuera de mi ventana. Sentí como se me deslizaban las oportunidades entre los dedos mirando desde una ventana y desee con todas mis ganas estar viviendo en el mundo externo, desee vivir fuera de mi mente.

Mire de nuevo a las familias caminando por las calles y deseé yo también poder fingir alegría, tristemente la enfermedad que se me había diagnosticado se conocía como sinceridad, no tenia la capacidad humana para mentir. Por eso me drogaban, porque no podía engañarme y así ser feliz.

Así que mire el frasco de las pastillas una vez mas. Lo pensé bastante mientras inhalaba el humo sabor carbón de mi cigarrillo, luego, lo abrí y tome un puñado de pastillas. Me mire la mano y trate de controlar mi respiración, inhale de nuevo. Parpadeé tres veces y me fije en el reflejo que se posaba sobre el vidrio. Abrí la ventana con mi puño cerrado, sentí por primera vez el aire sucio y delicioso de la ciudad. Empezaron a brotar de mis ojos lagrimas, saque mi cabeza por la ventana y me pelo largo empezó a moverse con la brisa.

Di un paso más hacia la ventana y mire mi mano de nuevo, intente inhalar pero ahora solo me quedaba la colilla. La bote al suelo. Di quizá la respiración más definitiva de mi vida y posando mi puño fuero de la ventana deje caer todas mis pastillas al suelo, deje caer la mentira con la que había vivido los últimos años.

Al tocar la ultima pastilla el suelo entraste tu por la puerta. Me saludaste y me preguntaste si me había tomado mi pastilla, te respondí que si y te dije de paso que no te había extrañado. Te acercaste a mi y me pusiste mi camisa de fuerza. me llevaste a mi cama y me acostaste a dormir. Desde que cerraste la puerta diciendo que vendrías luego a revisar mis signos vitales no te volví a ver nunca. Desde que cerraste la puerta, no volví a ver nada.

Amanecí muerto a la mañana siguiente.

Días


Hay días en los que las palabras brotan,
Caen como lluvia inundando nuestras bocas.
Hay días en los que los poemas salen mejor,
Días silenciosos, pasmados de bosques mágicos y amor.

Hay noches especiales,            
Noches de fusiles disparados,
Noches de gendarmes enamorados.

Hay tardes despejadas,
tardes de sol desértico y arena de playa,
tardes mojadas con la lluvia evaporada.

Y bueno, es que hay días en que las cosas pasan,
Días en los que:
Los besos no se compran, se regalan,
Los techos no faltan, sobran,
El hambre no acecha, extraña.
Días de sombras simétricas.
Días donde las palabras nacen como agua. 

martes, 15 de noviembre de 2011

Momento

Deseas escapar,
no soportas la monotonia de esos cuatro acordes.
Deseas escapar,
desear irte,
deseas cambiar.

Estas cansado de consumirte en el fuego de una vela
que ya no consigue quemarte
pero que te arrulla en  el constante martillar caluroso
de una tarde de sol en la realidad.

Deseas escapar, lo deseas con todas tus fuerzas,
lo deseas mas que a nadie.
Le ruegas al creador en el que nunca creíste
que te deje abandonar este cielo tallado a su voluntad.

Ahora
miras el cielo y las nubes,
miras la calle,
miras el reflejo de tus ojos en la ventana.

Estas atrapado dentro de ti,
llevas rondando el mismo laberinto desde que naciste,
estas perdido en tus pensamientos
mientras los externo no te toca,
porque tu no sabes tocar.

La puerta que cerraste no quieres abrir jamás,
sin embargo giras la chapa deseando no encontrar nada.
La luz entra y enceguece tus ojos,
te sientes infimo ante la grandeza de lo desconocido.

Deseas escapar de nuevo,
pero te es imposible, ya escapaste,
abandonaste tu hogar.

Buscas otra vez tu reflejo, no lo encuentras,
piensas ahora que la felicidad debería acompañarte, pero no lo hace.

Miras el abismo desde abajo y realizas que ya no eres, ya no estas,
desde este punto ya nada será igual,
tendrías que escalar mucho para retornar.

Escapaste hacia el lugar equivocado,
¿que mas da?
Si no importaste para ellos,
¿porque ellos habrían de importar?

sábado, 5 de noviembre de 2011

Hipnosis


Desperté otra vez, de nuevo y una vez mas.  Abrí los ojos y no los pude cerrar, trate de mover mi mano derecha pero no respondió, trate de doblar mis rodillas pero tampoco respondieron. Quise ponerme de pie pero me fue físicamente imposible. Mis ojos lo veían todo oscuro, mis ojos no veían casi nada, seguro todavía estaba de noche. 

Estaba seguro que era luna llena aunque nunca me fijé en los patrones lunares. Seguí acostado y desee con todas mis fuerzas un vaso de agua. No pude conseguirlo porque no me podía mover, estaba en mitad de un desierto, despierto y sufriendo pero sin poder correr hacia mis espejismos.

El agua no llego jamás y mi sed  incremento con cada respiración de aire caliente que di. Desee moverme con una intensidad que nunca antes había sentido y justo en el momento en que creí concentrar todas fuerzas en mi mano derecha mis ojos empezaron a ver. Todo en la habitación se ilumino y te vi. Estabas reflejada en el espejo que colgaba del techo, significaba que tenias que estar a mi lado. Sin embargo no puedo moverme ni pude voltearme hacia ti, solo podía verte existiendo en el espejo que colgaba en el techo de la habitación. De un momento a otro empecé a sentir una desesperación absurda por estar contigo, por liberarme de las cadenas invisibles que me ataban a mi cama para poder voltearme y darte un beso. No pude, quise rasgar mi piel.

Lo que veían mis ojos no cambiaba mucho; el techo de la habitación, tu reflejo en el espejo, las cortinas puestas sobre una pared sin ventana y la luna, no la veía pero ahí estaba. Nada cambio mucho, pero me inquieto más aún saber que yo no me estaba reflejando en el espejo en el que estabas tu. Me sabia como un ser conciente, no era posible que yo no estuviese en la escena que estaba padeciendo, al fin y al cabo los ojos que veían eran los míos. Yo no podía ser tu, porque conozco muy tu aspecto físico. Sé también lo obvio, tu eres mujer, yo hombre.

Cerré mis ojos, todo se oscureció de una respiración a otra. Temí por un segundo no volver a ver. P, un personaje de cuento, un ber muerte, o por nunca haber sido. Era probable que yo fuera simplemente  un idea por ahle que yo ero en lo que mis pensamientos mandaron esa sensación a mi estomago mi vista volvió a funcionar. Veía todo como nublado, como si mi vida fuera dentro de un cuadro hecho con acuarelas. Ahora me podía mover, podía caminar libremente pero no podía verte, definitivamente no estabas conmigo y yo no estaba en el  cuarto con el espejo en el techo. Caminé no por mucho tiempo buscando un charco para ver mi reflejo, pero no encontré ninguno en el que mi cara se reflejase. Temí ahora por no existir, por haber muerto, o por nunca haber sido. Era probable que yo fuera simplemente  un idea por ahí, un personaje de cuento, una imaginación infantil.  Quien sabe porque mi cara flaca y blanca no se reflejaba ni en los espejos ni en los charcos de agua. Yo conocía muy bien mi aspecto, me sabia como un hombre flaco y alto. Mi color de piel nunca pudo teñirse de sol por lo tanto era tan blanco como un albino con el pelo negro.  Mi nombre, no pude recordar.

Pasó un carro enfrente mío, fije mi vista en el  hasta que mis ojos no lo pudieron alcanzar más. Al otro lado de la calle estabas tu otra vez, desee tenerte en mis brazos bajo el cielo infinito pero me había quedado congelado otra vez. Trate gritando tu nombre poder  moverme de nuevo pero solo me salio un murmullo suave y e inaudible con las dos primeras letras de tu nombre. Seguí congelado  y tu pasaste caminando con tu simpleza acostumbrada. Desee seguirte, me fue imposible.

Cerré mis ojos  una vez mas, mi vista de acuarela se torno oscura. Cuando los volví a abrir estaba en mi cuarto, junto a mi. Me podía ver pero sin embargo podía sentir mis respiraciones fuera de mi pero dentro de mi pecho. Estaba acostado, ya no estabas junto a mi. El espejo aún colgaba del techo y me pude ver finalmente mientras dormía.

Abrí mis ojos y ya no estaba oscuro, había amanecido. El fulgor de los sueños soñados habían acabado por confundir mi identidad de existencia y por lo tanto me cobijo un pánico infinito de no poder moverme esta tercera vez. Intente doblar mis rodillas, no doblaron. Mire hacia arriba y no estabas reflejada en ninguna parte, solo había una blanca pared.  Sentí la sed de nuevo, no pude ver mas. Mis respiraciones ya no eran calidas ahora eran como de mañana de domingo en mitad de la calle. Moví mis dedos, ¿pero como? si no tenia un cuerpo, hacia tiempo no me veía.  Quise despertar, pero no sabia si aun estaba vivo. Mis ojos volvieron a ver, esas cortinas rojas en la pared sin ventana ahora estaban abiertas y la pared que cubrían había desaparecido. Intente levantar mi cabeza para ver el paisaje que sentía debía haber al otro lado de la ausencia de pared pero no pude.

Inexplicablemente estaba seguro de todo lo que me rodeaba pero de una manera muy extraña. Sabia todo lo que existía pero no sabia donde estaba. No sé si soy. Me pregunto si será posible rodear la nada. Soñé que soñaba, soñando que estoy vivo. 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La esperanza del desertor


Buscamos perdernos dentro de nuestros sueños
Esperando no tener que dudar jamás,
Preciosa ingenuidad,
Cada respiro nos aferra más.

Aullamos cada noche suplicando un narcótico final.
Gritamos nuestras entrañas y caemos agotados
Noche tras Noche
Impotentes por no haber sido capaces de abandonar.

Seguimos con la esperanza del desertor,
Seguimos andando, buscando un detonador.
lloran nuestras almas  acurrucadas bajo un cielo
Que hace tiempo  a las ilusiones mutilo.

Somos como niños jugando a lo que no nos gusta jugar,
Dejamos al azar nuestro coraje y decidimos continuar.
Damos disparos al aire y corremos fingiendo diversión,
Malditas apariencias, nuestras almas juran, no volver aquí, no volver no mas.