domingo, 25 de septiembre de 2011

Así, los domingos

Me gustan los domingos como hoy. Los domingos en silencio, con la casa sola y la guitarra a mi lado. Me gustan los domingos pasivos, Los domingos perfectos para suicidarse o para botarse de un balcón y que nadie se de cuenta.

Me gustan los domingos como el de hoy, con su perfecta dosis depresiva y sus paisajes no llenos y mas bien faltos de poesía. Me gustan los domingos de parque vacío y de tumultos olvidados. El Transmilenio Carente de almas, y las calles soplando el rumor de la ausencia.
Me gustan los domingos simples, tranquilos, asustados. Los domingos a las 6:00 de la tarde y a las 10:00 de la mañana. Me gustan esos domingos llenos de sangre sin derramar y de recuerdos de noches anteriores.

Me gustan los domingos discretos y pensantes como esa persona que queremos conocer pero por falta de historias no conocemos.

Así me gustan los domingos, Intoxicados de descanso, llenos de guerras silenciosas y sin armas, rebosantes de suicidio flotante en un vaso de cerveza o en un vaso de leche.
Son así todos los domingos y todas las tardes cuando la ciudad duerme y los comercios no abren, cuando solo pocos trabajan y los otros crean mundos dentro de sus casas, apartamentos o hasta cajas de cartón.

Son siempre iguales mis domingos, siempre empapados de rutina extraordinaria. Siempre vestidos de sombra, de espejos, de cielo y de nubes. Son así, siempre iguales, siempre silenciosos, siempre tan aparentemente perfectos como una guitarra en el parque o en helado en la esquina, aparentemente perfectos hasta para colgar una soga en un árbol con ojos y asesinar ahí, por un segundo, nuestras quimeras que siempre al lunes en la mañana, vuelven a nacer.

http://aalguienledebeimportar.blogspot.com/2011/09/los-arboles-tienen-ojos.html

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