Incinerado e inmolado en el paredón sentado con Dios,
Bailando de la mano con la impertinencia,
Me quedo en el ocaso de lo que se ha perdido.
Las hojas del árbol en este viento que se derrite
Se llevaron la consigna de lo que antes éramos.
Las hojas de el árbol que el tiempo se llevó.
Y si, aunque sea magistral aceptar la ineptitud,
La soledad de las sombras es el único misterio,
Es el único candado que aún, se mantiene despierto.
Las sombras y los deseos,
El paredón de lo definitivo se mantiene inquieto,
El lugar, la ciudad, la falsedad y lo escéptico,
La soledad,
De un mundo que se nos
esconde a lo que hacemos. Las sombras de un Dios sobre la pared,
Antropomorfas, reales, invisibles.
Las sombras y nuestra espalda que se calienta
Con el rastro del fuego.
Las sombras dentro de esta caverna y yo,
Aqui sentado en el paredón junto a El.
parce re bueno re bueno.
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