Matándonos, estrellándonos contra la pared por voluntad,
Golpeando los cristales en un trance,
Disimulamos lo indisimulable,
Y resistimos en silencio como las palabras que no saben
abandonar.
Como quien se bota de un paracaídas,
Las palabras y las historias,
Los sueños y las derrotas,
Se dejan volar solo por su ligereza y libertad.
Los barrotes de nuestra cárcel son de aire,
Intentamos cruzar pero hay algo más que nos detiene.
Que difícil que es todo esto, que difícil que es seguir.
La sangre ya no mana de la misma forma,
Ya no abandona y hace flagelo por soledad,
La sangre, ahora, se esconde en escombros
Y se entrega a los paisajes de lo humano y la realidad.
El espejo agridulce nos muestra la realidad dos veces,
El lado de aquí y el lado de allá,
Juntos sin tocarnos convivimos,
Convivimos e ignoramos nuestra verdad.
La moneda sigue en el aire,
Y la brisa todavía no nos logra apartar.
La moneda y la brisa, y nosotros.
Aguantando, solo. Aguantando.
Aguantando, solo. Aguantando.
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