“De donde yo vengo, no existe nada de lo que hay aquí” dijo.
“En mi planeta todo es diferente, no vemos solo colores, también vemos
sentimientos, olores, canciones y
momentos. Mi raza no es superior a la tuya porque simplemente es la tuya. Somos
como ustedes, pero ustedes no son como nosotros.”
Le pregunte que si sabía que era el amor, el hombre, si así
se puede llamar respondió: “ En nuestro planeta no solo sabemos que es el amor,
somos amor, hasta comemos amor en
algunas ocasiones” Mire entonces como apartaba sus ojos de los míos y se
concentraba en los paisajes que teníamos alrededor, por momentos me pareció
perderlo entre la enmarañada selva, pero siempre estuvo quieto.
¿ A que se debe su visita?, ¿Mi visita? Respondió, esta no es una visita, esta
es mi casa, este es mi hogar, nuestro hogar. Vi como me miraba fijamente a los
ojos, como posaba su mirada en la mía, ¡parecía que se estuviera robando mi
mirar!
Le pregunte que estaba mirando. me respondió de la misma
manera en que lo había hecho antes, con una suavidad certera dijo: “Estoy
mirando lo que sus ojos están viendo.” No logre comprender lo que decía pero
tampoco pude contener mi intriga por ver con los ojos de otra persona.
“ En mi planeta no hay edificios, ni carros, en mi planeta
solo hay lo que necesitamos. Caminamos por los paisajes siendo uno con la
naturaleza y vivimos en ella de la
misma manera en que ella vive en nosotros.”
El ser humano me miro con una cara extraña, como de
indignación, como de no entender. Le pregunte, ¿Qué pasa? Me respondió que yo
lo confundía, que mis respuestas extrañas eran muy conocidas para el.
Sentí un rugido en mi estomago, tenia hambre. Entre a la
cocina de mi casa buscando algo que comer y efectivamente encontré unas
galletas abiertas de la mañana. Volví a mi baño pensando en la inconciencia de
mi partida, cuando llegue el ya no estaba ahí. O mejor dicho, si estaba pero ya
no respondía a mis preguntas.
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