sábado, 30 de abril de 2011

Una sola vida


Temblaba, temblaba y decía en voz alta: Al parecer, yo también me canso de ser hombre. Lo gritaba con todas sus fuerzas, desgarraba su garganta y repetía lo mismo una y otra vez. Esa acción, gritar, se había convertido en su rutina diaria.

No sabía aquel hombre como había llegado a aquel lugar en el que se encontraba, tampoco sabia cuanto tiempo llevaba ahí. Se preguntaba, ¿Por que el? Por que no otro, por que el había sido el elegido para vivir ese destino avasallante e imponente al que había sido sometido.

Aquel cuarto vacío era lo que se le había entregado para vivir, lo que le había dado el destino en sus juegos de azar. Tenía hambre, Temblaba de frío, se estaba marchitando por dentro, no aguantaba más.

El tiempo lo hacía cuestionarse , no sabia si llevaba días, minutos, horas o incluso años internado en esa sórdida caverna que sentía como su cárcel pero en realidad era su hogar. No recordaba su pasado, no sabia quien era , ni cual era su nombre. Estaba deprimido, apagado, sucio por dentro. No conocía su pasado, no sabia como había entrado al cuarto oscuro en el que estaba.

En una de las cuatro paredes del cuarto había un espejo recostado contra el suelo. En las otras paredes, nada. Solo una finísima capa de polvo que cubría en realidad todo a su alrededor. Para su infortunio conocía todos los detalles de su habitación, cada centímetro, cada espacio, cada esquina. Conocía la dureza de ese suelo frío en el que caminaba frenéticamente durante todo el día, sabia de memoria todos los desniveles del suelo, conocía todo.

Su habitación era monótona, Se vestía con el gris del invierno en su totalidad. Siempre igual, el polvo no se movía de su lugar, el espejo siempre lo miraba con la misma cara y aunque el lo intentara el espejo nuca respondía sus preguntas.

Siempre era todo lo mismo, los segundos corrían y el no los podía medir, el tiempo pasaba y él envejecía lenta y constantemente con el paso inmutable del tiempo. Pasaron varios minutos, y el no esperaba nada mas que la mirada indiferente que le brindaba el espejo.

En un instante, entre la monotonía y oscuridad  del lugar algo nuevo apareció. Podría haber sido el tiempo  que había deformado su cárcel.  Pero como el tiempo destruye, y no crea, ¿como iba a ser posible que algo nuevo apareciera al otro lado de la habitación?

Lo que había aparecido tenia una forma extraña para el, era algo parecido a las cuatro paredes que lo rodeaban, vistas desde afuera, pero algo mas alargadas y menos altas claramente. Su mente no podía procesar la idea de que algo aparte de el en la habitación hubiera aparecido, y entonces, por esto se asusto en demasía, no lo entendía, gritaba mas duro ahora, estaba desesperado. Era como si el fuera un  niño y se le hubiera brindado un juguete prohibido y aterrorizador con el que no podía jugar. 

Afrontando el miedo que sentía cambio su grito usual y pregunto desde sus entrañas, ¡Quien esta ahí!, Como era de esperarse no hubo respuesta o bueno, tal vez la mas difícil de entender, silencio.

Era un pequeño rectángulo, tuvo un epifanía al saber la figura del objeto, decidió acercarse y tomar el objeto en sus manos . Al levantarlo se dio cuenta  que no pesaba mucho, y se sintió familiarizado con el rectángulo. Lo cuido como si fuera su bebe, aunque fuera un rectángulo inerte.

Pasó vario tiempo con el rectángulo en sus manos, hasta que un día gritando sus palabras, se le soltó el rectángulo, y cuando cayó al suelo pareció que el rectángulo se abriera en dos. El rectando tenia hojas, y esas hojas estaban impregnada de unas figuras que el sujeto entendió como letras. Pasó un susto enorme cuando el objeto cayó al suelo pero cuando entendió que era un libro se tranquilizo.

Empezó a leer y se dio cuenta que lo que leía era una biografía. Empezaba con la descripción del nacimiento de un bebe, decía así:             Llanto, lagrimas, dolor y fuerza, un bebe acaba de nacer, la vida a creado vida. Cuando se dio cuenta que entendía la historia,  se metió en el libro con una fuerza descomunal, al fin y al cabo era lo único nuevo con lo que se había encontrado en su vida , o bueno desde que tenia memoria. Con el paso de las hojas, se sentía cada vez mas viejo, y la historia de este bebe  lo hacia sentir cada vez mas interesado. Leia sin mesura, pero tenia miedo que la historia algún día acabara.

Las ultimas letras del libro,  describían su tiempo en la sórdida caverna en la que había vivido. Había una minuciosa  descripción de cada movimiento suyo dentro la cárcel en la que su memoria  siempre había habitado. Era tan impresionante la descripción, que hablaba también acerca de cómo se iba sintiendo mientras leía.
Después de estas paginas,  de hermosa entretención encontró con que el resto del libro, casi la mitad, estaba marcado con un símbolo inteligible. Era una serpiente con plumas que estaba enroscada, y que  parecía un espiral infinito.

El hombre asustado por la historia, decidió cerrar  el libro, y en ese momento dejo de existir. El cuarto se torno vacío  y en ese instante, el universo se transporto a una clínica.

Todo eran lagrimas, lloros y sollozos. Una madre gemía, un bebe nacía. La vida había creado vida. La vida, un inconcluso espiral, que nos lleva al principio cada vez que nos llega el final. La vida.





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