miércoles, 15 de agosto de 2012

Umbrales de Hiel


Los brillantes umbrales que ayer me iluminaron el camino
Hoy no son mas que la disgregada tierra sin memoria de Sábato,
Los umbrales ya hace tiempo cumplieron su horario
Y la ansiosa trompeta que los llamaba sonó otra vez para ahuyentarlos.

Hoy se difuminan en la triste aurora del fuego asesino,
Se esconden tras un velo incinerado de pasión desteñida,
Corren dando tumbos entre sí.
Corren, se difuminan y esconden, lejos de aquí.

Aquellos inmensos umbrales se abrieron ante mi
Hace un tiempo corto,
Pero hoy el olvido lo hace parecer eterno,
Ya no existen, ya no son, nunca fueron.

Porque no hay cicatriz que no sea eterna
Y por tanto comprobable.
Ya ni siquiera sé si fui yo quien empezó a escribir este poema.

Resoplamos el hálito de lo improbable,
Ese olor confundido y repugnante del pasado incierto
Que no escribieron los libros.

Resoplamos la escoria que respiramos,
Y ya nos queda imposible saber
Si aquellos umbrales alguna vez olieron lo hermoso
De esta hiel.